La escuela de flamenco ‘Castañuelas rosas’, dirigida a mujeres con enfermedades crónicas como la fibromialgia o que han padecido cáncer, funciona como terapia para ayudar a las personas que, a través del baile y el apoyo mutuo, padecen estas dolencias.
Este grupo de mujeres, con dolores más o menos intensos, sacan fuerzas de donde pueden para no faltar a su doble cita semanal con unas compañeras a las que ya consideran familia. Ahora ya no solo les une el dolor de sus respectivas enfermedades, sino también la pasión por la música y una profunda amistad que se ha jado sobre un tablao flamenco.
El proyecto de la Fundación El Pimpi, que en febrero cumple un año, tiene un doble objetivo cultural y solidario: ofrecer una actividad a mujeres con una enfermedade o dolor en común que «a veces no son captadas» y «perpetuar la tradición andaluza», según explica a EFE la gerente de esta entidad, Rocío González.
SOLIDARIDAD A TRAVÉS DEL BAILE Y LA CULTURA
Para crear este grupo de mujeres, la Fundación se puso en contacto con la Asociación Española Contra el Cáncer de Málaga, ASAMMA (Asociación Atención a Mujeres Operadas de Cáncer), APAFIMA (Asociación de Pacientes de Fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica de Málaga), la Asociación Lupus Málaga y Autoinmunes y la Asociación de Parkinson de Málaga.
La idea de crear esta escuela de flamenco surgió gracias a la profesora de baile Alicia Vicario, quien le detectó fibromialgia. Consciente de su dolencia, decidió hacer un llamado a que otras mujeres como ella puedieran mejorar su calidad de vida a través del ejercicio físico y no se sintieran solas.
Unas 35 alumnas forman parte de estos talleres adaptados a sus necesidades, que tienen lugar los martes por la tarde y los viernes por la mañana en el centro social Rafael González, en el distrito de Carranque, en Málaga capital. Algunas clases faltan al tener citas médicas o dolores que les impiden moverse de la cama.
DOLORES QUE REMITEN Y SONRISAS QUE NACEN
Loli, la más joven del grupo, padeció cáncer de mama y todava no tiene la alta completa. Asegura a EFE que asistirá a la escuela, la cual conoció a través de ASAMMA, es «una maravilla» que hace «olvidarse de los dolores» y agade que estos han remitido y que bailar y «el cachondeo» vienen muy bien para el cuerpo y la mente
Marisol es una de las ultimas incorporaciones a la escuela y un ejemplo de que, con tesón y esfuerzo, se puede salir adelante. Gracias a este proyecto está dejando atrás una fuerte depresión causada por la fibromialgia y por el cáncer de mama que padeció hace unos años y ahora se encuentra «más alegre» y con más ganas de salir a la calle.
Otra Loli, Godoy, explica a EFE con ojos vidriosos que este proyecto fue diseñado para ella y que el baile siempre ha sido su pasión. El cancer de mama y de vejiga que tuvo no la detuvenon. Se apuntó a la escuela para demosarse a sí mismo que podia salir adelante y hacer frente a su ansiedad, «la mejor decisión» que pudo tomar.
Este grupo de mujeres -de entre 45 y 65 años- ríen, bromean, se abrazan y comparten confidencias cuando están juntas, demostrando el fuerte vínculo que han forjado en poco tan tiempo. A pesar de sus dolores, demuestran su habilidad con las castañuelas y su coordinación y movilidad para bailar flamenco o malagueñas.
Las conduce la profesora Alba Aguilar, una mujer de 25 años consciente de que el cansancio es importante para este colectivo de mujeres, que descansan o beben agua después de una o varias coreografías. Algunas se quejan, otras se sientan. Sin embargo, todas regresan al parque para seguir adelante y continuar bailando.